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Crónicas del invernadero

Día 5 - El paraíso prometido

Día 5 - El paraíso prometido

"Anilú plantó un jardín en Quito llamado Edén, y colocó allí a los correctores que había formado" (Génesis 2: 8-9).

 

Grande y peligrosa es la expectativa de un futuro mejor, especialmente aquí, en el Invernadero, donde varias promesas se han visto olvidadas en ese limbo que forma el frío mañanero al convertirse sin tapujos en el sol incandescente de la tarde. Y, aun así, las autoridades siguen alimentando día tras día la idea de una nueva e inminente mudanza, esta vez al Paraíso. Tenemos miedo.

Ya estamos parcialmente acostumbrados a nuestro cuchitril, helado o incinerante pero siempre inhóspito. Ya sentimos como nuestro el látigo tácito de la nueva supervisora, la Maruja, quien ha llegado a intimidarnos a pesar de no prestar atención (y con ojos libidinosos) más que al Dr. Sánchez. Ya nos hemos hecho al dolor de tener cinco centímetros cuadrados de espacio personal para mover el mouse. Ya comprendimos que, si estiramos los pies mientras trabajamos, desconectamos la máquina de enfrente. Y, sin embargo, seguimos oyendo acerca de un futuro traspaso. Tenemos miedo, porque una nueva decepción podría acabar con nuestra ya de por sí frágil psique.

"En su nuevo sitio de trabajo contarán con una laptop para cada uno, Wi-Fi, tabacos ilimitados, un minibar bien equipado, piscina climatizada y hamacas para descansar", nos tientan. "Además, habrá modelos de Brahma (para los chicos) y de Calvin Klein (para las chicas) para que mantengan la sonrisa: queremos que sean felices". Lo somos a medias en el Invernadero; ¿lo seremos completamente en el Paraíso? ¿Será el Paraíso como lo pintan o estaremos pecando de ingenuos?

Tenemos miedo.

2 comentarios

Mauricio M. -

Todo es una vil farsa y tú lo sabes, mi amigo.

el Roque -

Jajaja. Grandotes y creyendo en cucos.